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Filip Custic

Como buen artista visual, es difícil conseguir encontrar las palabras apropiadas para definir a la persona y a la obra de Filip Custic. Este joven canario de ascendencia croata combina de manera muy cuidada fotografía, escultura, videoarte y performance. En definitiva, no hay nada que se le ponga por delante.

La obra de Custic se puede describir mejor como “cuadros digitales” formados por piezas que combinan a la perfección lo analógico y lo virtual, lo clásico y lo contemporáneo, para darle una nueva identidad y un nuevo significado. Así lo demostró en las múltiples exhibiciones que ha realizado en París, Barcelona, Nueva York o Madrid desde 2016.

El punto de inflexión en la carrera de Filip Custic fue la creación de toda la imaginería relacionada con el álbum ‘El mal querer’ de Rosalía, lanzado en otoño de 2018. Fue entonces cuando su obra alcanzó al gran público, llegando incluso a conseguir un Grammy a mejor edición artística en la edición de ese año. Desde entonces no ha dejado de colaborar con otros artistas de la talla de Jedet o María Forqué.

El universo surrealista de Filip Custic es único y para llegar a ello el joven artista explora constantemente al ser humano: nuestro presente, nuestro futuro, nuestra identidad. Y en esta identidad entran en juego la tecnología y su impacto en nosotrxs. "Me gusta encontrar el limbo que hay entre el objeto y el humano. Cuando de repente observas algo y no sabes si realmente esta vivo o no, cuando ves una foto mía o una instalación viva, dices es una escultura hiperrealista o en realidad es un humano de verdad. Me gusta generar ese sentimiento de misterio, de cuestión que puede provocar una pieza de las que hago", afirma.

Nacido en 1993, Custic es una de las grandes referencias a la hora de hablar de jóvenes artistas contemporáneos. Él mismo es consciente de esta corriente de nuevos artistas polifacéticas que hay en España: "Veo que hay más apoyo y que se escucha más a la gente joven y sin experiencia. Cuando yo llegue a Madrid, veía que para destacar primero había que irse a Londres o a otro sitio. Una vez que hacías algo fuera en España, entonces sí se te reconocía. Ahora ese paso ya no es tan necesario".